“Al final, solo pensaba en cómo preferiría morir”. Con la voz entrecortada, Lucianna Galetta relata su terrible experiencia de pasar 35 horas atrapada en una burbuja de aire a oscuras en el casco volcado de un barco.
Un video que logró filmar brevemente usando la luz de su teléfono, que compartió con la BBC, muestra el espacio en el que pensó que su vida podría terminar y cómo el oleaje del mar y los escombros flotantes le impidieron escapar.
Lucianna fue una de las últimas 35 personas que fueron rescatadas del naufragio del Sea Story, un barco de buceo egipcio que se hundió en el Mar Rojo el 25 de noviembre del año pasado. Once personas murieron o siguen desaparecidas, entre ellas dos británicos, Jenny Cawson y Tarig Sinada, de Devon, Inglaterra.
En aquel momento, las autoridades egipcias atribuyeron el desastre a una enorme ola de hasta 4 metros, pero la BBC habló con 11 supervivientes del Sea Story que ponen en duda esa declaración.
Así lo confirmó un destacado oceanógrafo, quien nos dijo que los datos meteorológicos del momento sugieren que una ola no pudo haber sido la responsable, y que una combinación de errores de la tripulación y fallos en el barco fueron la causa probable.
Además de describir el terror de quedar atrapados en un barco que se hundía rápidamente, los supervivientes acusan a la empresa que lo gestionaba, Dive Pro Liveaboard, de varias fallas de seguridad.También afirman que las autoridades egipcias reaccionaron con lentitud, algo que puede haber costado vidas.
Enviamos preguntas a Dive Pro Liveaboard (con sede en Hurgada) y al gobierno egipcio, pero no hemos recibido respuesta. Esta es la historia que contaron por primera vez quienes lograron salir con vida del barco que se hundió, el Sea Story.
El lujoso barco de buceo partió de Puerto Ghaleb, en la costa egipcia del Mar Rojo, el 24 de noviembre. A bordo se encontraban 31 pasajeros internacionales (en su mayoría buceadores experimentados) y tres guías de buceo, junto con 12 tripulantes egipcios.
Estaban en una excursión de seis días, cuyo primer destino era el Arrecife de Sataya, un popular lugar de buceo. Como muchos de los que estaban a bordo, las primeras impresiones de Lucianna sobre el Sea Story fueron positivas. “Parecía un barco realmente bonito, muy grande, muy limpio”, dice desde su casa en Bélgica.
La compañía trasladó a Lucianna y a otros pasajeros en el último minuto desde otro barco, que tenía cientos de buenas críticas en línea. A varios de ellos se les dijo que iban a recibir una “mejor categoría”, pero algunos se sintieron frustrados porque no iban al destino que habían reservado.
Las condiciones esa noche eran bastante difíciles, aunque los supervivientes con los que hablamos, incluidos marineros experimentados, dicen que el barco parecía más inestable de lo que se habría esperado. En un momento dado, unas horas antes de zozobrar, un pequeño bote inflable se deslizó de la parte trasera del Sea Story.
En un video filmado por un pasajero se ve cómo la tripulación luchaba por recuperarlo y traerlo a bordo; el oceanógrafo con el que habló la BBC dice que el video muestra condiciones que no eran inusuales y que eran compatibles con olas de 1,5 m.
“Al mirar las olas, el tiempo no era terrible”, dice Sarah Martin, una médica del NHS de Lancaster, Inglaterra, que estaba en la excursión. Pero, agrega que “los muebles se deslizaban por la cubierta. Le preguntamos a la tripulación si era normal y se encogieron de hombros, así que no nos dimos cuenta del peligro que corríamos”.
“No dormí esa noche porque el barco se balanceaba mucho”, afirma Hissora González, una buceadora española cuyo camarote estaba en la cubierta inferior. Describe cómo el barco se inclinó bruscamente varias veces hasta que, justo antes de las 03:00, se volcó de lado con un fuerte estruendo, seguido de silencio cuando los motores se apagaron y de oscuridad total.
Pronto comenzaron a oirse gritos provenientes de otros camarotes, de la gente que era arrojada de sus camas. Por todas partes había pertenencias esparcidas, bloqueando las salidas y dificultando el escape.
Un sobreviviente, que había estado durmiendo al aire libre en la cubierta, describió que quedó atrapado debajo de muebles pesados que se movieron cuando el barco se inclinó.
“No veíamos nada. No sabía si caminaba por el suelo, por el techo, por el costado”, cuenta Hissora. Desorientada, comenzó a buscar chalecos salvavidas. Antes de que pudiera encontrar uno, su amigo Cristhian Cercos le gritó que corriera. Es posible que ese grito le haya salvado la vida. Su camarote estaba a estribor (derecha) del barco, el lado que golpeó el mar.
Casi todos los muertos o desaparecidos tenían camarotes en ese lado del barco. “Podía oír el agua entrar, pero no podía verla”, señala Hissora. La puerta de su camarote estaba ahora en el techo; solo escapó porque Cristhian la sacó al quinto intento.
Al otro lado del pasillo de Hissora, también en completa oscuridad, estaban Sarah y su compañera de camarote Natalia Sánchez Fuster, una guía de buceo.No pudieron encontrar la manija de la puerta del camarote. Cuando Sarah logró encender la linterna de su teléfono se dio cuenta de que “todo estaba a 90 grados: la puerta estaba en el suelo y todas nuestras cosas la bloqueaban”.
Después de despejar la puerta, se unieron a otras 10 personas que se dirigían a una salida de emergencia hacia la proa (parte delantera) del barco.
Con el barco volcado, el grupo tuvo que arrastrarse por la escalera de emergencia durante dos pisos, pasando por el restaurante y el comedor en la cubierta principal. Se dificultaba encontrar el camino y parecía que el contenido de los armarios de la cocina se había derramado por el suelo.
“Tuvimos que trepar por los marcos de las puertas y las vigas para salir”, señala Sarah. “Era bastante desorientador en la oscuridad y estaba muy resbaladizo. Había aceite de cocina y huevos rotos por todas partes”.
Hissora, justo delante de Sarah, logró llegar a la cubierta superior. Podía oír a la gente gritando detrás de ella, pero no se dio la vuelta. “Tenía miedo de mirar hacia atrás y ver toda el agua entrando”, cuenta. Para entonces el Sea Story se hundía rápidamente. Los que habían llegado a la cubierta superior sabían que tendrían que saltar al agua: una caída de 2 a 3 metros.
“Me quedé paralizada porque Cristhian me decía una y otra vez ‘no saltés’ porque veía que alguien intentaba soltar la balsa salvavidas”, recuerda Hissora. Sarah, detrás de Hissora, estaba desesperada por salir. “Había otros pasajeros agarrados a un costado, bloqueando la salida”, recuerda. “Les gritábamos que se apartaran”.
El agua subía rápidamente e Hissora, Sarah y la decena de personas que habían llegado a la cubierta superior saltaron al agua. Sabían que el peligro aún no había terminado. “Si el barco se estaba hundiendo, teníamos que alejarnos para que no nos arrastrara”, explica Sarah.
Natalia, que también había saltado, nadó alrededor del barco; escuchó a la gente gritar desde el interior de los camarotes e intentó usar escombros flotantes para romper las ventanas, pero no lo logró.
Sarah y Natalia estaban entre las pocas personas que habían cogido un chaleco salvavidas antes de escapar, pero Sarah dice que no funcionaban como deberían.“Notamos que las luces no funcionaban. Mirando hacia atrás, no creo que tuvieran baterías”.
Es solo uno de los varios fallos de seguridad que informaron las personas que entrevistamos. En total, hablamos con siete de los sobrevivientes que se quedaron en la cubierta inferior. Todos cuentan una historia casi idéntica del momento en que el barco se volcó, pero no todos escaparon de la misma manera.
Lucianna Galetta estaba en un camarote hacia la parte trasera de la cubierta inferior con su compañero Christophe Lemmens. Tardaron un poco más que los demás en darse cuenta del peligro. Ese retraso les costó caro. “Empezamos a levantarnos e intentamos encontrar los chalecos salvavidas”, dice Lucianna. “Abrimos la puerta pero ya había agua en el pasillo. Creo que entramos en pánico cuando saltamos y casi nos ahogamos”.
Al no poder llegar a la salida de proa, Lucianna y Christophe acabaron en una burbuja de aire en la sala de máquinas de la popa (parte trasera) del barco, que todavía sobresalía del agua.
No entendían dónde estaban hasta que, poco después, se les unió en el pequeño espacio uno de los instructores de buceo, Youssef al-Faramawy. Los tres se quedarían allí, sentados sobre los tanques de combustible, durante unas 35 horas.
Fuera del barco, Sarah, Hissora y los otros que habían saltado encontraron finalmente las dos balsas salvavidas que habían sido desplegadas tras el hundimiento. Cuando subieron a bordo, vieron que el capitán del barco y varios otros miembros de la tripulación ya estaban allí. Según Sarah, uno de los otros pasajeros dijo que allí “debería haber algunos suministros”.
Todas las personas con las que hablamos recuerdan una sesión informativa sobre seguridad en la que se mencionaba que las balsas salvavidas tenían comida y agua, pero no era así, según le dijeron a la BBC. “Encontramos una linterna, pero tampoco tenía pilas. No teníamos agua ni comida”, afirma Sarah. “Había bengalas, pero ya se habían utilizado”.
Sarah también dice que, de las tres mantas que había a bordo de la balsa, el capitán se había llevado una para él, dejando otra para el resto de la tripulación y otra para los pasajeros. “La cortamos y nos cubrimos”, afirma Sarah.
Las balsas fueron encontradas por los barcos de rescate alrededor de las 11 de la mañana del 25 de noviembre, unas ocho horas después de la zozobra. Tanto éstas como el barco se habían desplazado hacia el este.
De vuelta a bordo del Sea Story, Lucianna escuchó el helicóptero de rescate, pero su calvario estaba lejos de terminar. “En ese momento estábamos muy contentos, pero tuvimos que esperar 27 horas más”, dice.
A pesar de que el barco había sido localizado, el esfuerzo de rescate tardó en llegar hasta ellos. “No teníamos comunicación con el exterior, nada. Nadie intentó ver si había alguien vivo allí”, explica Lucianna. Me cuenta que hubo momentos en que se vio abrumada por la oscuridad y la desesperación. “Estaba lista para morir. No pensábamos que alguien vendría”.
Después de varias horas atrapada en la burbuja de aire, el guía de buceo, Youssef, quiso intentar nadar a través del barco, pero Lucianna y Christophe lo persuadieron de que no lo hiciera. “Quedate con nosotros porque van a venir a buscar nuestros cuerpos, para que así nos encuentren”, recuerda Lucianna que le dijo. Finalmente, después de casi un día y medio atrapada en el casco del Sea Story, una luz apareció en la oscuridad.
Un instructor de buceo egipcio local, Khattab al-Faramawi, que era el tío de Youssef, se había atrevido a entrar al naufragio, buceando por los pasillos sumergidos en busca de personas. Primero sacó a Youssef y luego, después de otra hora de retraso debido a problemas con el equipo de respiración, regresó para llevar a Lucianna y a su compañero a un lugar seguro. “Lo abracé muy fuerte”, cuenta Lucianna. “Estaba muy, muy feliz”.
En total, cinco personas del Sea Story fueron rescatadas por buzos, incluido un suizo y un finlandés que habían sobrevivido en otra burbuja de aire dentro de su cabina en la cubierta inferior. Cuatro cuerpos fueron recuperados. Pero, Lucianna critica el hecho de que la marina egipcia haya tenido que depender de voluntarios. “Esperamos 35 horas. No entiendo cómo no hay buzos en los barcos militares egipcios”.
Lucianna, Christophe y Youssef fueron llevados a bordo de un buque de la marina egipcia que los esperaba para llevarlos a la costa. Fueron los últimos en ser rescatados. Al menos 11 personas murieron o están desaparecidas, se presume que muertas.
Entre ellos están Jenny Cawson y Tarig Sinada, una pareja de Inglaterra que se alojaba en la cubierta principal, en el lado del barco que chocó contra el agua. Sus cuerpos nunca fueron encontrados.
“No parece real”, afirma Andy Williamson, un amigo de la pareja. “Seguimos esperando que entren por la puerta”. Un mes y medio después del naufragio, las esperanzas de que eso ocurra prácticamente se desvanecieron.
Ambos eran buceadores experimentados que siempre investigaban cuidadosamente el historial de seguridad de los barcos antes de sus viajes. Ellos también habían sido trasladados al Sea Story en el último minuto, algo que finalmente puede haberles costado la vida.
La BBC habló con los sobrevivientes de casi todos los camarotes del barco en los que alguien salió con vida. Todos confirmaron que el barco se hundió entre las 2 y las 3. Sin embargo, según las autoridades locales, no se recibió una señal de socorro hasta aproximadamente las 5:30, otro factor que puede haber costado vidas.
Cinco sobrevivientes también informaron que los muebles pesados de la cubierta superior no estaban asegurados y se movieron antes del hundimiento. La mujer que dormía en la cubierta cree que el movimiento de todo hacia un lado, cuando el barco empezó a volcarse, desestabilizó aún más el Sea Story.
La versión que presentaron los funcionarios egipcios inmediatamente después del naufragio, y que fue difundida por agencias de noticias de todo el mundo, fue que una ola enorme golpeó el barco.
Las experiencias de varios sobrevivientes en el agua, apenas minutos después de la zozobra, ponen en duda esa afirmación. “Cuando estábamos en el agua, las olas no eran tan grandes como para que no pudiéramos nadar en ellas”, asegura Sarah, “así que nos preguntamos por qué se hundió el barco”. Esas sospechas están respaldadas por los datos.
El doctor Simon Boxall, un destacado oceanógrafo de la Universidad de Southampton, Inglaterra, analizó el clima de ese día y muestra que las olas más grandes fueron de aproximadamente 1,5 m, por lo que afirma que “no hay forma de que pudiera haber ocurrido una ola de 4 m en esa región, en ese momento”.
La Autoridad Meteorológica Egipcia había advertido sobre olas altas en el Mar Rojo y desaconsejó la actividad marítima el 24 y 25 de noviembre. Pero, según el doctor Boxall, “éstas se produjeron a más de 200 km al norte de donde se hundió el barco”. Indica que eso solo deja dos opciones, un error del piloto, un error en el diseño del barco, o una combinación de ambos.
La Junta de Investigación de Accidentes Marítimos del Reino Unido (MAIB), que pronto publicará un reporte de seguridad sobre el hundimiento, emitió una advertencia recientemente a los buceadores sobre los problemas de seguridad en el Mar Rojo después de una serie de incidentes, al menos dos de los cuales involucraron a la misma empresa, Dive Pro Liveaboard.
La BBC envió varias veces al gobierno egipcio y a la empresa Dive Pro Liveaboard todas las preocupaciones sobre seguridad planteadas en este artículo. Aún no recibimos respuesta de ninguno de los dos.
Tras el desastre, las autoridades egipcias abrieron inmediatamente una investigación sobre el naufragio. Todavía no se ha informado de ello, pero para los amigos de Jenny y Tarig se trata de más de un barco.
“Lamentablemente, tuvimos que aprender sobre los peligros de bucear en Egipto en las circunstancias más trágicas”, afirma Andy Williamson. “No sé cómo vamos a superar esto”. Lucianna quiere entender exactamente qué salió mal. “Tenemos suerte de estar vivos”, dice. “Pero, hay mucha gente que no volvió de esto y quiero que sus familias puedan llorarlos”.
*Por Joe Inwood
BBC Mundo