Del siglo XIX. La misteriosa mansión de la Avenida Alvear: quién es su dueño y la única vez que abrió sus puertas a la prensa

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En una de las cuadras más elegantes de la Argentina se alza una fastuosa mansión que combina con personalidad diversos elementos victorianos. La residencia Maguire, conocida originalmente como Palacio Hume, aparenta abandono por sus persianas bajas, vegetación algo descontrolada y paredes deterioradas. Sin embargo, está habitada. Es, de hecho, la última mansión de la Avenida Alvear que sigue siendo utilizada como residencia familiar. Su propietaria, María Susana Maguire Duhau de Biocca, jamás concedió una entrevista ni aceptó las mil propuestas que le hicieron para que abriese las puertas de su palacio.

Diseñada para impresionar, logró convertirse en una de las casonas más destacadas de su época. En sintonía con su opulenta fachada, disponía de un piano nobile (planta principal orientada a recepciones) concebido para albergar grandes fiestas y eventos sociales. También contaba con características innovadoras, como ser la primera del país en incluir una pileta en su interior, excentricidad inusual para la época y gran atracción para sus invitados. Fue comandada por el ingeniero Alexander Hume, que forjó una importante fortuna vinculada al desarrollo de la infraestructura ferroviaria en la Argentina.

Una imagen del Archivo General de la Nación donde puede apreciarse a la residencia todavía en construcción, en 1891Archivo General de la Nación

“Además de su impronta victoriana, la residencia exhibe un estilo gótico escocés y fue construida íntegramente con materiales y mobiliario traídos de Escocia. Este estilo, inspirado en un retorno romántico a una arquitectura pre-renacentista, fue moda a finales del siglo XIX”, explica Teresa Anchorena, bisnieta de Alexander Hume y presidenta de la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos hasta el año 2022.

“Condensa todos los aspectos tipológicos que debía reunir un palacete del siglo XIX, respetando las exigencias del ideal promovido por la generación del 80. Se trata de un edificio academicista, en particular de estilo tardo-victoriano con una construcción de carácter monumental”, afirma Diego Fernando Machin, arquitecto, docente e investigador de FADU-UBA.

Una imagen del Palacio Hume tomada desde el jardín. Debajo de la gran escalera está ubicada la pileta de natación cubierta.

En la actualidad, su aspecto desmejorado ha llevado a que algunos la consideren “embrujada”. Sus rejas desvencijadas, pintura deteriorada y una vegetación casi selvática le otorgan un aire sombrío e intimidante. Aunque los vecinos no creen en las leyendas que se le atribuyen, tampoco están satisfechos con su deterioro, ya que consideran que con el mantenimiento adecuado podría recuperar su esplendor.

Sin embargo, su jardín (con fuente y aljibe) está perfectamente conservado y una serie de cámaras de seguridad dispuestas por todo el perímetro demuestran que hay quien vela por su seguridad.

El único que abrió las puertas de la residencia a la prensa fue Alberto Duhau. Dejó pasar a un reportero de Caras y Caretas quien retrató una tarde «de pileta» del anfitrión con sus invitadas. «Señoritas de Duhau, Shaw, Duhau Harr y Álzaga Solé y el señor Alberto Duhau»
«La soberbia pileta de natación. al fondo, las siluetas de la señora Elsa Shaw de Pearson y señorita María Giselle Shaw», el epígrafe de Caras y Caretas.Archivo
La fotografía, tomada en la pileta cubierta de la mansión, fue publicada en la revista Caras y Caretas, «Señora Elsa Shaw de Pearson, señoritas Duhau Harr, María Esther de Álzaga, Giselle Shaw y Señor Duhau», dice el epígrafe.Archivo

“Es una re incógnita para nosotros porque nadie sabe bien

a quien pertenece ni que uso tiene. Se ve muy poco movimiento, al menos en la entrada principal. A veces entran y salen camiones desde Rodríguez Peña, no sabemos para qué. Si tuviese la oportunidad entraría porque me da mucha intriga y, de estar mejor mantenida, seguramente sería un lugarazo”, afirma Bernardita Azpiroz, vecina de la zona.

Poco se sabe sobre el interior de la mansión. Su dueña actual ha sido reticente a brindar información y no se permiten visitas de personas ajenas a su círculo íntimo. Tampoco se conoce el estado de los muebles, habitaciones o si se han realizado modificaciones significativas a su diseño original. Como única pista visible de un proyecto confidencial, un antiguo gomero avanza más allá de los límites de la propiedad.

El estado de la fachada del Palacio en el año 2013. PATRICIO PIDAL – Archivo / AFV

Al igual que Teresa, Inés Menéndez Behety es bisnieta de Alexander y atesora la historia de sus antepasados tanto en su memoria tanto como en un cálido álbum de fotografías . Entre esos recuerdos, revela a LA NACION algunos datos y anécdotas inéditas.

–¿Qué motivó a Alexander a vender la casa?

–Con la crisis económica de los 90´, gran parte de los bancos que financiaban las construcciones del ferrocarril quebraron, quitando el apoyo económico a las constructoras. Como nuestro bisabuelo ya había prometido construir el Ferrocarril de Córdoba, decidió cumplir a cualquier costo y lo financió con sus propios bienes. Para eso tuvo que sacrificar una parte importante de su capital, incluyendo vender la casa.

–¿Fue ahí cuando la compraron los Duhau? ¿Cuánto la disfruto hasta venderla?

–No, no es muy difundido pero antes de eso perteneció, por un tiempo, a un miembro de la familia Álzaga, quién después la vendió a los Duhau. Alexander la usó durante aproximadamente 10 años.

La familia Hume, disfrutando de las instalaciones de la casa.Archivo Inés Menéndez Behety

–¿Qué sabe sobre el interior de la casa actualmente?

-No puedo afirmar exactamente cómo se encuentra porque su dueña es muy reservada, aunque sí sé que cuando la compraron los Duhau cambiaron todo el mobiliario victoriano traído de Escocia por una decoración de estilo francés, muy distinta a la arquitectura propia de la casa.

–¿Conoce el origen del famoso gomero que se escapa por las rejas hasta tomar la vereda?

–En 1893 Benito Villanueva trajo de África los gomeros que se encuentran en las principales plazas de la Recoleta. Le regaló uno de los ejemplares a Alexander Hume, y lo plantó su hijo, nuestro abuelo, Alejandro Scott Hume, el día que cumplió 18 años. Ese día también le entregó un álbum fotográfico con imágenes de la casa recién construida.

Marina Vasta, gerente operativa de patrimonio arquitectónico y urbano del GCBA, explica que el palacio fue proyectado en 1890 por el arquitecto Carlos Ryder para Alexander Hume. Las obras finalizaron tres años más tarde y fueron celebradas con una presentación de arte que marcó su inauguración, dirigida por el reconocido artista Eduardo Schiaffino. A su alrededor, ostentaba un parque diseñado por el destacado paisajista Carlos Thays, quien también imaginó el Jardín Botánico, los Bosques de Palermo y el Parque Sarmiento, entre otras obras notables.

El gomero, traído de África por Benito Villanueva, se apodera de las rejas y se anima a sobresalir los misteriosos límites de la casa.Santiago Filipuzzi – Santiago Filipuzzi

“Al llegar a nuestro país, Alexander fundó una empresa para la construcción de ramales ferroviarios y en 1887 adquirió el Ferrocarril Central Norte, que unía Córdoba con Tucumán. Para 1918, su firma había tendido miles de kilómetros de vías férreas en todo el país. Entre sus obras se destacan el tendido de de éstas, la construcción de caminos, puentes, fábricas, estaciones ferroviarias y también la explotación de canteras”, relata Vasta.

“Alexander era una persona audaz e innovadora. No sólo construyó 15.000 kilómetros de ferrocarril en nuestro país, sino que fue pionero en muchos otros aspectos. Así lo demuestra el hecho de haber organizado, dentro de su casa, la primera exposición de arte del país junto con Eduardo Schiaffino, quien años más tarde será el fundador y primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, además del responsable de la llegada a Argentina de esculturas como El Pensador de Rodin y convirtiendo a Buenos Aires en una de las ciudades más ricas en obras de arte exhibidas en espacios públicos”, relata Teresa Anchorena.

En la segunda planta de la residencia se encuentran las habitaciones de la casa y la mansarda, ubicada bajo el tejado inclinado, estaba destinada principalmente a los cuartos de servicio. En la arquitectura de la época, la mansarda permitía aprovechar al máximo el espacio disponible sin sacrificar la estética exterior del edificio. Las ventanas pequeñas y los techos inclinados también eran característicos de este estilo.

Diego Fernando Machin explica que la elección morfológica no era inocente. “Adoptar este estilo arquitectónico implicaba la adscripción a un modelo de país, mirando hacia Inglaterra y Francia. También cuestiones del orden simbólico que tenían que ver con el habitar de las clases altas y recreación de un modo de vida. Se comprueba con su implantación, posición en la manzana, relación de llenos y vacíos, formas de acceder a la vivienda y distinciones entre habitaciones principales y de servicio”. También resalta que estos mismos lenguajes academicistas eran utilizados en construcciones de orden público como programas institucionales gubernamentales, recreativos o de ocio, salud, y educación reflejando su ideal de ciudad.

La Avenida Alvear, cuando estaba repleta de casonas de la alta sociedad, que años mas tarde las cambiaría por edificios de departamentos por cuestiones económicas.Archivo

En la década de 1920, la mansión Hume fue vendido a los hermanos Duhau, lo que explica por qué también es conocido como Palacio Duhau. Sin embargo, este nombre genera confusión con la residencia lindante de igual denominación que pertenecía a Luis Duhau. Posteriormente, la propiedad pasó a ser habitada por Susana Duhau, quien se casó con John Walter Maguire y dieron a luz a María Susana Maguire Duhau, heredera y actual dueña.

En 2002 la residencia fue declarada Monumento Histórico Nacional. Esto garantiza su preservación y regula cualquier modificación estructural o estética. La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos vela por la conservación de estas propiedades, asegurando su permanencia como testimonios vivos del pasado y promoviendo su valor cultural y arquitectónico.

El Palacio Casey, actual Secretaría de Cultura, comparte estilo arquitectónico a punto tal de parecer una continuidad.Rodrigo Néspolo – LA NACION

Marina Vasta afirma que la vivienda se encuentra en el Área de Protección Histórica “APH30-Av. Alvear y entorno”, catalogado con Nivel de Protección Estructural. Toda la cuadra, entre Rodríguez Peña y Montevideo, cuenta con construcciones emblemáticas como el Palacio Casey (actual Ministerio de Cultura), Palacio Fernández Anchorena (sede de la Nunciatura Apostólica) y Palacio Duhau (hoy parte de una cadena hotelera).

En los últimos años, una polémica destacó en los medios cuando los vecinos cuestionaron algunas remodelaciones realizadas en la propiedad, entre ellas la decisión de pintar las rejas de verde brillante y los muros con un látex amarillento, detalles que generaron opiniones encontradas. La queja generó que se paralizarán las reformas y se proteja su apariencia original.

Al ser consultados sobre una posible participación en el mantenimiento del exterior, desde la gestión porteña explican que “ni el Gobierno Nacional ni el GCBA tiene obligación de mantener el bien. En el caso de la ciudad, el Código de Edificación indica que la obligación de mantener es del propietario”.

La escalera de acceso a la puerta principal de la Residencia Hume o Maguire

Se Puede Visitar el Palacio Maguire?

Desafortunadamente, no. A pesar de ser un Monumento Histórico Nacional, la residencia Maguire sólo puede verse por fuera porque es propiedad privada. Sin embargo, se puede observar su majestuosidad desde afuera porque, a pesar de los debates y el paso del tiempo, la residencia Hume sigue siendo una protagonista de la Avenida Alvear. Su fachada, jardines e historia representan un fragmento vivo de un Buenos Aires que aspiró a ser “la París de Sudamérica”. Una pregunta que queda pendiente es si, en un futuro, esta joya arquitectónica podrá ser visitada por quienes están interesados en conocer su historia o continuará como un misterio reservado para quienes vivan tras sus muros.

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