Industria Argentina 2025: es momento de transformar el futuro

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Escribe Ing. Elio Del Re, Presidente de ADIMRA (Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina)

Luego de un 2024 marcado por altibajos en la producción industrial, con caídas significativas influenciadas por múltiples factores, este 2025 debe ser el año en el que la industria se consolide como motor del desarrollo nacional. Es imperativo que cada región encuentre su lugar en este camino hacia el progreso.

ADIMRA representa a más de 20.000 empresas en todo el país, las cuales generan empleo directo e indirecto para más de un millón de argentinos. Con 120 años de historia, nuestra asociación siempre ha estado orientada hacia el futuro, trabajando para fomentar el desarrollo industrial y el empleo, y apostando a la innovación como herramienta clave para enfrentar los desafíos tecnológicos que plantea un mundo cada vez más competitivo.

La industria metalúrgica argentina no solo produce, sino que también inspira y lidera. Exportamos a más de 155 países, impactando positivamente en nuestra economía y generando empleo de calidad en comunidades de todo el territorio nacional. Estos logros reflejan nuestra capacidad para integrarnos en cadenas de valor globales sin perder de vista la importancia del desarrollo local.

Una industria metalúrgica fuerte: pilar del desarrollo

No existe país desarrollado sin una industria metalúrgica sólida. Este sector es parte fundamental del ecosistema industrial, proveyendo máquinas, equipos y tecnología a diversas actividades productivas. Además, es un motor clave para la innovación y la integración de nuevos avances científicos.

El último año fue difícil, con una caída del 12,1% en la producción metalúrgica comparado con 2023. Hacia adelante observamos con atención el desacople que puede generarse al interior del sector. Por un lado, actividades vinculadas a la construcción y al consumo de los grandes centros urbanos tendrán un menor dinamismo mientras que sectores como petróleo, gas, minería y maquinaria agrícola presentan expectativas positivas, aprovechando las oportunidades generadas por los recursos naturales y energéticos.

Argentina tiene un gran potencial en la industrialización de estos recursos, pero debemos evitar caer en un modelo meramente extractivista y, en cambio, desarrollar tecnología y procesos que permitan agregar valor en origen. Para ello necesitamos que toda la cadena trabaje de manera acoplada porque de lo contrario se pone en riesgo la sostenibilidad del proceso de crecimiento.

Dos mundos, un reto global

Hoy enfrentamos un panorama industrial dividido. Por un lado, países con estrategias comerciales consolidadas, diseñadas para dominar tecnológicamente. Por otro, economías que luchan por proteger su empleo y producción con recursos limitados. Esta asimetría nos obliga a buscar estrategias inteligentes para fortalecer nuestra industria y fuerza laboral.

Hace una década, exportábamos más de 7.000 millones de dólares; hoy esa cifra es de 4.500 millones, aunque nuestra capacidad instalada permanece intacta. Es momento de revertir esa tendencia y recuperar terreno.

La política industrial está de moda. En este contexto, la asociación entre el sector público, el privado y el complejo científico-tecnológico es indispensable. Debemos trabajar juntos, equilibrando intereses y fomentando la colaboración entre todos los sectores productivos: industria, agro, comercio, servicios, finanzas, construcción, educación y tecnología.

La estabilización de variables macroeconómicas, como la reducción de la inflación y la normalización del comercio exterior, son condiciones necesarias para brindar un marco de previsibilidad que favorece tanto al desarrollo industrial como a la inversión productiva. Sin embargo, Argentina tiene un desafío central en su proceso de crecimiento: potenciar la producción local de sus sectores de manera sostenida. Si solo se recurre al apalancamiento de importaciones para suplir este proceso, corremos el riesgo de desmantelar capacidades industriales esenciales, lo que afectaría tanto el empleo como la continuidad de nuestras empresas.

Un claro ejemplo de este riesgo es la posibilidad de permitir la adquisición de bienes de capital usados, una competencia desleal que no solo desalienta la inversión en tecnología de fabricación nacional, sino que también impacta negativamente en las empresas locales, comprometiendo su capacidad de competir y desarrollarse.

Una oportunidad para la unión y el crecimiento

El sector privado también tiene su parte en este desafío. Mejorar prácticas, impulsar la innovación, optimizar procesos y capacitar al talento humano son pasos esenciales para acompañar el crecimiento.

Argentina cuenta con recursos naturales únicos y un talento humano incomparable. Nuestra visión es que estas fortalezas pueden ser el motor de una nueva era de desarrollo. La industria es parte fundamental de la solución a los problemas del país, y tenemos la responsabilidad de construir un futuro donde todos los sectores trabajen de manera articulada.

El camino no será fácil, pero es el desafío que debemos asumir para transformar nuestra realidad. Creemos en la industria, porque creemos en Argentina.

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