“Como dice Lorca, el de al lado no era nuestro enemigo”, dice Paula Sánchez, que junto a la Compañía Payasos del Matute presenta “Tercer Cordón del Conurbano, una tragedia marrón”, una adaptación de “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca, situada en el conurbano bonaerense durante la crisis del 2001.
Luego de una temporada a sala llena en el Teatro Becket y de una gira por Buenos Aires se presenta los viernes en Espacio Pompas, Av. Brasil 2640, Parque Patricios. Conversamos con Sanchez.
Periodista: ¿Cómo apareció la idea de hacer “Bodas de sangre” entre perros y el sálvese quien pueda? ¿Cómo es este enlace entre Lorca y el conurbano?
Paula Sánchez: Queríamos trabajar Bodas de sangre y cuando surgió la posibilidad de hacerla lo primero que se nos vino es que el texto plantea una pregunta esencial que siempre tenemos: el discurso de odio entre clases, cómo la clase media desprecia y trata de diferenciarse de la clase baja, muchas veces casi sin diferencia. En este momento media y baja son lo mismo, pero esos discursos de odio se enraizaron tanto que el que tiene la casa de material desprecia al que tiene la casa de chapa, aunque vivan uno al lado del otro. Cuando encontramos este germen en el “Bodas de sangre”, sobre todo las diferencias entre las dos familias, el odio entre ambos, vimos que nos permitía hablar de una realidad que estamos viviendo.
P.: El Conurbano como territorio de injusticias o contaminación, ¿qué podés decir de 2001 y de la actualidad?
P.S.: Cuando pensamos la obra no imaginábamos este devenir de la realidad del país y originalmente creímos que 2001 era un buen momento para situar la obra porque de alguna manera lo tomamos como clave en esta batalla de clases. Batalla de quienes tienen pocos recursos despreciados por quienes tienen apenas un poquito más. Cuando el enemigo además se sitúa en otro lado y se vuelve invisible en esa guerra de clases. A partir de ahí hicimos nuestra adaptación del texto con la realidad del conurbano y lo que eso conlleva, y hacemos mención a Capital Federal y vemos que son mas o menos lo mismo con el Conurbano porque la violencia viene de todos lados, desde creer que uno es mejor que el otro.
P.: ¿Cómo se muestra el Conurbano?
P.S.: Hay una mística del Conurbano que va de lo pintoresco a lo terrible, ahí las piletas en las veredas son pintorescas y nadie se cuestiona que eso muestra la falta de espacio, viven en casas pequeñas, se hizo como una poética romántica del conurbano que en la obra buscamos poner en pregunta. En nuestra obra la violencia no viene del Conurbano sino de la clase media de Capital Federal, no es que uno viene y te roban todo, es un espacio como otro que está bajo la influencia de las políticas económicas y termina siendo enormemente castigado.
P.: ¿Cómo operan el clown y el humor como puerta de entrada?
P.S.: Elegimos ese lenguaje junto con el humor, no hay puerta de salida porque sería el drama de la obra, cuando pega un giro e impacta en el público. Te encontrás riéndote y en un momento todo se transforma en emoción por lo que les pasa a los personajes que sufren. Finalmente la madre se pregunta quién tiene la culpa. No es el de al lado, lo mismo que dice Lorca, el de al lado no era nuestro enemigo. El humor sirve para hablar de lo terrible de manera mas amable. Esa es la función del arte.
P.: ¿Por qué creés que funcionó a nivel público?
P.S.: Porque tomamos al público como nuestro compañero, reímos juntos, lloramos juntos, vivimos esta historia juntos. El espectador se divierte, se replantea, es cómplice, queda shockeado, pero siempre en esa empatía donde intentamos que el espectador construya una nueva pregunta junto a nosotros. Por qué estamos donde estamos, las obras se volvieron lamentablemente muy actuales por el momento que estamos viviendo.