Boca, con el alma llena y las manos vacías

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Boca, con el alma llena y las manos vacías

Lo negativo del empate 2 a 2 contra Benfica en el Mundial de Clubes y lo que se viene ante Bayern Múnich.

Millones de hinchas de Boca, allá en Miami, acá en la Argentina y en todas partes del mundo se sintieron representados por el empate del lunes 2 a 2 con Benfica. La entrega del equipo, su despliegue, y el compromiso físico con el que asumió el partido satisfizo a casi todos. Acaso porque en su fuero más íntimo, casi todos también imaginaban un debut mucho más ingrato en el Mundial de Clubes. El equipo llegó a la competencia rodeado de dudas y desconfianzas después de un primer semestre decepcionante. Con jugadores cuestionados que acaso se estén jugando la última chance de permanencia en el club. Y con un técnico como Miguel Angel Russo, escaso de tiempo y recursos para meter mano y construir algo renovado.

Es posible que si el mismo trámite se hubiera dado en la Bombonera, si Boca hubiera terminado empatando un partido que llegó a ir ganando 2 a 0, otra silbatina cerrada habría despedido el equipo y nuevos insultos hubieran bajado desde la platea contra los futbolistas y los dirigentes. Pero como todo tuvo una vidriera mundial, los hinchas rescataron el contenido emocional y con eso, se declararon conformes. A la vista del mundo, el orgullo azul y oro había quedado a salvo. 

El tema es que en lo estrictamente futbolístico, Boca volvió a dejar cuentas pendientes. Y quizás por eso no pudo abrochar una victoria decisiva que lo dejara bien parado para jugar el viernes con Bayern Múnich. Al igual de lo que hace en los torneos locales, Russo planteó un partido físico en la suposición de que el roce constante, los topetazos y las permanentes interrupciones desencajarían a Benfica. Mas o menos resultó así hasta que el equipo tuvo energías. Cuando estas se agotaron, a partir de los veinte minutos del segundo tiempo, el equipo se vino a pique. Y los portugueses, aún con un jugador menos, pudieron aprovecharlo para alcanzar el empate.

Ni siquiera esa ventaja Boca consiguió explotar. Faltaron buenos pies para mover la pelota y bajarle las cargas al partido. Y arriba, Milton Giménez y el «Changuito» Zeballos, los reemplazantes de Velasco y Merentiel, no aguantaron el juego para darle aire a un equipo exhausto de tanto correr y meter con 35 grados de temperatura. Es posible que sin esa intensidad, Boca la habría pasado peor. Pero cuando los motores de la mayoría se fundieron (o cuando Benfica empezó a venirse encima), no apareció el jugador que pusiera el balón contra el piso y la repartiera de aquí para allá para imponer el hombre de más. Acaso porque ese jugador no está y nunca estuvo en el plantel.

Por eso, Boca dejó la cancha con el alma llena de satisfacción por la entrega de los jugadores. Pero con las manos vacías porque futbolísticamente se llevó poco o al menos, mucho menos de lo que pudo haberse llevado. El saldo fue positivo pero hasta ahí nomás. En una mirada resultadista, se perdieron dos puntos, no se ganó uno. Y la próxima parada es el imponente Bayern Múnich. Habrá que ver si la misma receta del lunes alcanza el viernes para hacerle partido.

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