Gustavo Grobocopatel, fundador del grupo Los Grobo y miembro de la comisión directiva de la Asociación Empresaria Argentina, habló sobre su nuevo libro, “Desde el campo: del caso Los Grobo al agro argentino y global”, en el que presenta un repaso los cambios que generaron una “reconceptualización” del campo argentino durante las décadas del 80 y del 90. En diálogo con Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio JAI (FM 96.3), también se refirió a la situación de deuda que actualmente enfrenta su empresa.
Gustavo Grobocopatel es fundador del grupo Los Grobo y miembro de la comisión directiva de la Asociación Empresaria Argentina. Se recibió de ingeniero agrónomo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se desempeñó como docente e investigador en Manejo y Conservación de Suelos. Además, es secretario y fundador de la Cámara Argentina de Biotecnología. Publicó el libro “Desde el campo del caso los Grobo al agro argentino y global”, que recorre 40 años de historia de Los Grobo y del sector agropecuario argentino, desde 1984 hasta hoy, enmarcados en la transición democrática, ciclos de auge, de crisis y de innovación tecnológica.
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Como una especie de pacto de lectura con la audiencia, quiero decir que somos amigos de hace bastante tiempo y, al mismo tiempo, integraste el Consejo Asesor de Perfil durante bastantes años. Me gustaría llevar adelante nuestra conversación siguiendo el orden de tu libro, donde de alguna manera se sigue el orden del proceso que siguió el campo argentino para llegar hasta el hoy. ¿Por qué en los 80 era la carne y no los cereales?
En la década del 80 se decía que la agricultura no tenía futuro porque no había demanda de granos. Todavía China no existía prácticamente, era un lugar pobre y parecía condenado por mucho tiempo a la pobreza. No se vislumbraba que iban a cambiar los hábitos alimentarios. Tampoco se demandaban productos como soja o maíz. Es decir, yo me recibí de ingeniero agrónomo en una época donde no se veía a la agricultura con futuro. Parece raro hoy, pero así era en ese momento. Y lo único que había en Argentina que más o menos se colocaba en el mundo, con ciertas limitaciones, era la carne. Entonces, si a eso le agregamos que durante el gobierno de Alfonsín había obviamente retenciones, doble tipo de cambio y las condiciones de competitividad y para el crecimiento de la actividad agropecuaria eran prácticamente nulas.
Y voy a la segunda parte del capítulo de tu libro, “La revolución del agro sin tierra”. Contanos, para legos, qué es eso.
En Argentina se dieron algunas condiciones para que se diferencie el propietario de la tierra y el productor. El productor es el que la pone en producción, es el que gestiona la producción de la tierra. No necesariamente ser dueño de la tierra significa que vos sos bueno para hacerla producir. Entonces, esto permitió que haya gente, generalmente profesionales, ingenieros agrónomos, que se hagan cargo de la gestión de la producción sin necesariamente ser los propietarios. Eso generó realmente una revolución porque permitió muy rápidamente al campo argentino acceder a las mejores tecnologías y transformarse rápidamente en un sector de los más competitivos del mundo. La década del 80 era una década donde vos veías campos muy mal producidos, tierras improductivas. En la década del 90, que se da esta revolución o reconceptualización del tema del campo, ya empezamos a ver que los campos empezaban a estar mejor producidos y el gap tecnológico con Estados Unidos prácticamente se había achicado. Se dio esta especie de explosión de producción que llevó a la Argentina de producir 30 millones de toneladas de grano a producir cuatro o cinco veces más en un corto plazo.
¿Cuáles son las condiciones positivas para crear eso? ¿Qué posibilidades se generaron para que esto fuera así y no lo fuera antes?
Quiero decir dos cosas para hacer un pequeño homenaje a Vélez Sarsfield. Al haber un Código Civil que determinaba muy claramente el tema de la propiedad de la tierra, se sabía quiénes eran los propietarios, y eso facilitó todos los mecanismos de alquileres de campo y de reglas de juego que en otros países no hubo. En Brasil y en Colombia no estaba, obviamente ni hablar en países más subdesarrollados. Esa fue una condición muy importante. La otra cosa muy importante es que los inmigrantes gringos habían desarrollado el mecanismo del arrendamiento con la ley de arrendatarios de Perón. Desde 1940, 1950, había una habitualidad en alquilar tierras, con lo cual todo después fue mucho más fácil. Cuando vino la tecnología nueva, básicamente la siembra directa y la biotecnología, estaban dadas las condiciones para que hubiera un mercado de servicios, proveedores y un mercado de tierras. Y entonces todo eso facilitó el ordenamiento del sistema productivo.
Se dio todo junto. A ver, se dio China cambiando y la posibilidad de aplicar conocimiento y tecnología al campo. Todo eso produjo un cambio revolucionario hacia fin del siglo pasado.
Así es. Exactamente. Empezó a haber una demanda creciente e interminable en el mundo de las cosas que producíamos nosotros.
Vos también le dedicás largos capítulos a Brasil. De hecho, Los Grobo en Brasil se expandieron muchísimo y recién mencionabas que, por ejemplo, la propiedad de la tierra no está tan claramente delimitada en Brasil. Contanos las diferencias del campo entre Argentina y Brasil y tu propia experiencia.
Todo el tema del derecho civil en Brasil es algo mucho más nuevo. Entonces, hay porciones significativas de tierra donde hay derechos adquiridos con anterioridad. Vos vas a comprar un campo y realmente le estás comprando a alguien que acredita que es el dueño, antes de ese dueño había otros que decían que eran dueños, pero no está claramente determinado si se habían comprado o si se había transferido la propiedad o no. Ese es un caso que, por ejemplo, en Colombia es terrible porque el tema de las FARC y el tema de todas las luchas hicieron que hubiera cambio de mano de la propiedad de la tierra por métodos informales y violentos. Entonces, vos le comprás la tierra a uno o le alquilás el campo a uno, pero en realidad no sabés exactamente si es el dueño o no.
Y luego mencionás también el tema del campo y la industria. Me gustaría que le contaras a la audiencia cómo se pasa de la etapa de vender materia prima a industrializarla.
Eso es algo que todavía en Argentina es como que está retrasado. Es un paso importante que Brasil dio ya hace algunas décadas y que nosotros, por distintos motivos, no lo hemos podido hacer. Es decir, en todos los pueblos del interior, de la pampa húmeda o de las economías regionales, habría que instalar industrias que transformen las materias primas en productos con un valor mayor, con mercados más amplios. Y eso es una tarea pendiente y que yo creo que cualquier reforma impositiva y estrategia del gobierno de desarrollo debería contemplar. Es más, hay muchos trabajos que lo muestran. Hay un trabajo de la cadena agroindustrial muy importante que es un acuerdo de los distintos actores de la cadena. Hay un trabajo paradójicamente de Cristina, de la época de Julián Domínguez cuando era ministro de Agricultura, que hizo Plan Estratégico Agroalimentario sobre cómo transformar el campo en un sector con más mano de obra utilizada, servicios y mayor valor generado en origen.
Y llego a la actualidad. Hay cierta nostalgia a los 90. De hecho, se estrenó la serie de Menem y la idea del 1 a 1, o el 1000 a 1, rememora aquella nostalgia. Inclusive en los 90 no había retenciones, pero los campos se vendían por nada porque no eran lo suficientemente productivos para pagar las hipotecas. Recuerdo en el fin de la convertibilidad a las mujeres que defendían las propiedades familiares. Hoy, con un dólar barato, me parece que la situación del campo nuevamente vuelve a ser exigente, además con retenciones y la paradoja de que tu libro sale en el momento que Los Grobo tienen un concurso de acreedores. Me gustaría que nos hicieras una especie de corolario de cómo aquel fenómeno económico que se da en los 90 desemboca en esta situación de hoy del campo.
La década del 90 no fue una década fácil para el sector agropecuario. Sí se valoraba el tema que no haya retenciones o que haya pequeñas retenciones como diferencial arancelario en soja y girasol, y que también se haya abierto el país a las importaciones de tecnología. Eso se valoraba, pero la situación no era buena. El costo argentino era alto, y eso tenía que ver con el tipo de cambio. Entonces, había muchos productores que estaban fuera del sistema. Además, la década del 90 era cuando recién empezó a incorporarse tecnología, y cuando recién se empezaba a importar fuertemente desde China el proceso que vos describiste. Entonces, no es que la década del 90 haya sido algo fácil para los productores. De hecho, se remataban campos y había muchas quiebras en el sector.
En relación a la crisis de Los Grobo, eso tiene que ver con problemas en muchas empresas que están muy endeudadas y que los servicios que hay que pagar por intereses y deuda no alcanza con el resultado operativo para pagarlos. Entonces, se requieren mecanismos de corrección, que usualmente es la capitalización de la empresa o el ingreso de algún socio que aporta capital justamente para bajar deuda y permitir tener un crecimiento sano. En el caso de Los Grobo, los accionistas mayoritarios actuales tenían previsto la capitalización de la empresa, pero no llegó en el tiempo que tenía que llegar. Entonces, se vieron obligados a hacer un concurso.
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Eso que vos planteás es el corolario de una causa anterior, que es por qué fue necesario endeudarse…
En el caso de nuestra empresa, por una vocación de crecimiento, de aprovechar oportunidades y quizá no haber dimensionado el impacto del endeudamiento sobre sobre la empresa. Pensábamos que ese crecimiento intenso e importante iba a ser financiado por los mismos resultados y eso no ocurrió. No ocurrió porque los resultados no fueron tampoco tan buenos y no fueron buenos por distintos motivos. Uno de ellos es la presión impositiva, por supuesto, y otro es la ausencia de un mercado de capitales que permita que se acceda al crédito en condiciones adecuadas.
Mi pregunta era si tiene que ver con cierta repetición de esta situación económica actual con la de los 90 respecto de que un dólar barato hace difícil la situación de competitividad con el campo sumado a las retenciones. Es decir, si este resultado versus los costos de intereses es también consecuencia de que los resultados son menores porque las políticas actuales económicas del Gobierno nacional no son tan amistosas con el campo como parecerían serlo.
Sí, no es tan lineal. En realidad, estos problemas vienen de muchos años antes. Ahora por ahí se expresan, pero en realidad se cultivaron con muchos años de endeudamiento caro, de alto riesgo país y de políticas macroeconómicas inadecuadas. No sería tan directo en enmarcar la actualidad como que de un día para otro tenés algo y aparece el problema. Nosotros tenemos problemas ya de hace mucho tiempo.
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