Jardines de artistas: cómo cultivaban Frida Kahlo, Monet, OKeeffe y Mondrian

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Los artistas no solo pintan jardines. A veces los plantan, los habitan, los transforman en parte de su obra o en refugio para la mirada. Lejos de ser apenas un escenario, el jardín puede ser un autorretrato vegetal, una paleta expandida, una forma de pensar el tiempo y el espacio.

Los jardines reales —y simbólicos— de Frida Kahlo, Claude Monet, Georgia O’Keeffe y Piet Mondrian son una puerta para entender cómo la botánica modeló sus sensibilidades. Y, de paso, para inspirar a quienes cultivan.

Jardins de Claude Monet GivernGentileza Maison et jardins de Claude Monet Giverny

En Giverny, al norte de Francia, Monet diseñó un jardín exuberante, casi teatral, donde las flores se mezclaban sin jerarquía y el color explotaba en todas direcciones.

Allí cultivó lirios, amapolas, tulipanes, peonías, cosmos, agapantos, rosas… y sobre todo, nenúfares

Sí, esos mismos lirios de agua que pintó una y otra vez en sus paneles inmersivos fueron primero plantados por él.

Importó especies asiáticas, excavó el estanque y construyó un puente japonés pintado de verde. Su jardín era, literalmente, un laboratorio cromático al aire libre.

El Puente Japonés, que se encuentra en el jardín de Monet en Giverny, Francia, fue un recurso recurrente en la pintura de Monet, especialmente en su serie de Nenúfares

Desde 1980, cuando se creó la Fundación Claude Monet, la propiedad abrió sus puertas al público y se convirtió en un destino popular para visitantes de todo el mundo. Hoy, la casa y los jardines son el segundo lugar más turístico de Normandía.

O’Keeffe vivió gran parte de su vida en el desierto de Nuevo México, donde transformó la austeridad en arte.

Pintó flores como si fueran retratos y huesos como si fueran arquitectura. Su jardín, en la casa de Ghost Ranch, era una mezcla entre lo cultivado y lo encontrado: yuccas, cactus, arbustos nativos, calabazas, maíz y girasoles que sembraba ella misma.

Cuando Georgia O’Keeffe pintó Estramonio, lo hizo fascinada por su belleza, pero desconocía la malicia de la planta que crecía salvaje en su granja de Nuevo México

Le gustaban las plantas resistentes. Las que sobreviven al calor, al viento y al abandono. Pero no por eso dejaban de conmoverla. En sus obras, una simple flor blanca se volvía monumental.

Ghost Ranch, la casa de Georgia O’KeeffeGeorgia O’Keeffe Museum

En la Casa Azul de Coyoacán, Frida cultivó un jardín exuberante y simbólico.

Allí convivían dalias (flor nacional de México), bugambilias, nopales, calas, girasoles, lavandas, amarantos, cactus nativos y árboles frutales. El jardín no era solo ornamento: era extensión de su cuerpo, su dolor y su imaginario.

La disposición de la casa alrededor de un atrio central se remonta a la tradición de los patios interiores en las casas de las primeras generaciones de españoles viviendo en México

“Creo que pensaba que ella misma era una planta. Parece un ser sobrenatural, en sus pinturas está dentro de las plantas como si ella misma fuera una flor”, opinó Adriana Zavala, curadora de la muestra sobre el jardín de Frida Kahlo que se realizó en el Jardín Botánico de Nueva York.

Pinto flores para que no mueran

Los colores del patio —azul cobalto, rojo sangre, amarillo maíz— dialogaban con sus telas y sus trajes. Las flores también estaban en su cabello, sus autorretratos y su vida cotidiana. Frida sembraba como quien teje: con memoria, con rabia y con ternura.

El estudio de Frida Kahlo, integrado al jardínMarin Federico (Redactor Periodi

Mondrian amaba los árboles. Se dice que en sus años tempranos, antes de reducir todo a líneas y planos de color, dibujó una serie de árboles estilizados, donde se intuía ya su fascinación por la estructura. Vivió rodeado de jardines en Holanda, aunque nunca los pintó como tales.

The red tree, de Mondrian

Más que plantas, le interesaba el orden oculto de la naturaleza: simetrías, bifurcaciones, ramificaciones, ritmo.

Incluso en su obra más abstracta hay algo vegetal, como si las líneas negras y los planos de color fueran ramas y flores traducidas a geometría

Cada uno de estos artistas cultivó su jardín con la misma intensidad con la que pintó. Hoy, sus espacios verdes siguen vivos —literalmente o en sus obras— y nos invitan a mirar distinto.

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