SAN PABLO-. Ford presentó oficialmente en Sudamérica el Mustang Dark Horse, la variante de alto rendimiento de la séptima generación del histórico muscle car. Con nuevos detalles en diseño y mejoras en motorización y dinámica, se convierte en la propuesta más extrema que la marca haya desarrollado sobre la base del Mustang de producción.
La llegada de este modelo marca un nuevo capítulo en la tradición deportiva del óvalo, que tuvo como referentes a icónicas ediciones pasadas: el Shelby GT350 de 1965, el Boss 302 de 1969, el Mach 1 de 1970, el SVT Cobra R (Fox Body) de 1993 o el SVT Cobra R de 2000, solo por mencionar algunos.
Las transformaciones se notan a simple vista. El Dark Horse adopta un paragolpes delantero con acabado oscurecido, faros full LED con terminación oscurecida, franjas exclusivas en el capó, retrovisores negros, llantas de 19” en negro mate con diseño propio y cálipers Brembo negros.
Los emblemas “Dark Horse”, con el caballo mirando hacia el frente (una novedad ya que no solo sale el icónico caballo galopando de costado), se ubican en los laterales, la parte trasera y los zócalos de las puertas. También hay un spoiler trasero oscurecido de mayor despeje y un sistema de escape doble de cada lado (cuatro salidas en total) con terminación oscura.
En el interior, las butacas combinan cuero con costuras azules, los cinturones de seguridad también utilizan el mismo color y el volante —forrado en cuero— lleva el emblema Mustang oscurecido y terminaciones premium. Una placa con número de serie identifica a cada unidad y se suman detalles exclusivos en los zócalos y la iluminación ambiental configurable.
Bajo el capó, el motor V8 Coyote 5.0 litros de cuarta generación recibe una calibración específica, junto con bielas y cigüeñal heredados del GT500. Esto le permite alcanzar los 507 CV (unos 15 más que el GT) a 7250 rpm y 567 Nm de torque a 4900 rpm.
La caja automática de 10 velocidades mantiene la arquitectura, pero cuenta con ajustes exclusivos para esta versión. El sistema de escape activo tiene menos perforaciones en el resonador, lo que le otorga un sonido más potente en altas revoluciones y menor volumen de expansión, según detalló la marca en una charla técnica antes de saltar al trazado a probar el modelo.
En la puesta a punto para pista, se destaca el diferencial trasero Torsen con sistema de enfriamiento, que evita sobrecalentamientos en uso extremo y transfiere torque de forma suave y progresiva entre las ruedas traseras. La suspensión adaptativa MagneRide cuenta con calibración propia, resortes delanteros más rígidos, soportes y bujes reforzados, barra estabilizadora trasera sólida y una dirección un 25% más rápida. Además, la distribución de peso es del 55% adelante y 45% atrás.
Dispone de cinco modos de conducción (Normal, Resbaladizo, Deportivo, Pista y Pista Drag) y la posibilidad de ajustar individualmente parámetros como la asistencia de dirección, rigidez de suspensión, sensibilidad del acelerador, velocidad y régimen de los cambios y sonido del escape. En electrónica añade el sistema Track Apps con cronómetros, métricas de desempeño, Line Lock para precalentar neumáticos y un Drift Brake eléctrico desarrollado por Ford Performance para maniobras de drifting controladas.
El Dark Horse conserva la esencia de la séptima generación del Mustang: la silueta de capó largo y cola corta, la cabina centrada en el conductor y las proporciones clásicas que definen a este deportivo desde 1964.
En el puesto de manejo mantiene el instrumental digital de 12,4” combinado con la pantalla táctil de 13,2” del sistema SYNC 4, compatibles de forma inalámbrica con Android Auto y Apple CarPlay. El equipo de sonido Bang & Olufsen de 900 W con 12 parlantes y subwoofer sigue presente, así como los modos de visualización que homenajean al tablero de los Mustang Fox Body de los 80.
En seguridad, conserva los siete airbags y el paquete Ford Co-Pilot 360, que incluye control de velocidad crucero adaptativo con Stop & Go, frenado autónomo frontal y en reversa, mantenimiento y centrado de carril, monitoreo de punto ciego con alerta de tráfico cruzado, asistente de maniobras evasivas, reconocimiento de señales de velocidad, luces altas automáticas y cámara de estacionamiento trasera.
La preventa en Argentina ya está en marcha con un precio sugerido de $128.500.000 y garantía de 3 años o 100.000 km, lo que ocurra primero. Las entregas comenzarán a mediados de septiembre, inicialmente en tres colores: Blanco Oxford, Gris Mercurio y Negro Ebony. Ford Argentina apostó por las tonalidades clásicas de arranque, ya que en Brasil también se ofrece en Rojo Arizona, Azul Algarve y Azul Estoril. Según pudo averiguar LA NACION, en una primera instancia arribará un lote de 30 unidades.
Luego de una charla informativa sobre las características del nuevo modelo en la concesionaria Ford Sinal, LA NACION comenzó el recorrido de 189 Km hacia el autódromo de Velocitta, sorteando el caótico tráfico de San Pablo, para probar el modelo en su hábitat.
Subirse al Mustang Dark Horse es escuchar el sonido del entusiasmo. Un modelo que promete mucho, con objetivos ambiciosos y que se atreve a ofrecer al público grandes sensaciones. La postura de manejo es cómoda; requiere unos minutos para ajustar el respaldo y encontrar la posición ideal, pero es algo lógico en un auto de capot largo, donde la visibilidad y la comodidad deben convivir en equilibrio.
La prueba se realizó en condiciones climáticas óptimas: unos 25°C, con un sol constante que, tras horas de rodar, calentaba el asfalto y lo volvía más exigente, ideal para calificar al diferencial con sistema de enfriamiento.
Desde que se pisa el acelerador, el Dark Horse pide rienda suelta. No es una bestia descontrolada, pero sí un caballo de carreras que sabe dónde y cuándo responder con fuerza. No hay baches en la entrega: incluso bajo exigencias extremas, con frenadas fuertes, salidas abruptas y cambios rápidos de dirección, responde.
Se evaluaron los modos de conducción Normal, Sport y Pista, todos con un rendimiento aprobado, cada una con su distintivo. En curvas, el Dark Horse ofrece la dosis justa de adrenalina y riesgo, pero manteniendo la seguridad de un coche de calle. Incluso en momentos de drift, lo que se percibe como descontrol es solo una ilusión, domada por la electrónica y la ingeniería. La dirección es precisa y la suspensión trabaja de forma tan efectiva que por momentos da la sensación de volar apenas a dos centímetros del asfalto.
El tren trasero se mantuvo siempre firme, sin deslizamientos bruscos que pusieran en jaque la trayectoria.