En medio de una charla descontracturada al aire en A la Barbarossa, Analía Franchín se animó a compartir una experiencia profundamente íntima que dejó a todos los presentes conmovidos. Con emoción contenida, la panelista confesó que cree que su papá, Ernesto, fallecido en 2017, volvió a su vida reencarnado en León, su gato.
“Nunca tuve gatos. Este es el primer gato. Lo trajo de prepo mi hijo y se llevó puesta a la familia. Hace lo que quiere. Me sigue a donde estoy. Es un abrojo”, comenzó relatando Franchín, entre risas y ternura.
Sin embargo, rápidamente el tono del relato viró hacia lo emocional, cuando reveló su sospecha más profunda: “¿Saben lo que pensé? Que el gato es la reencarnación de mi papá. Lo dije en terapia. Está tanto ahí, me cuida tanto, que parece que fuese mi papá”.
La historia conmovió tanto a sus compañeros de panel como a los televidentes, que replicaron el momento en redes con mensajes de empatía y admiración. Según explicó Analía, León llegó sin aviso, pero se convirtió en un verdadero compañero de vida. “El amor que siento por León me lleva puesta. Está todo el día al lado mío cuidándome”, dijo entre lágrimas.
EGIPTO, LOS FARAONES Y UNA CONEXIÓN INESPERADA
Franchín no solo se limitó a una expresión simbólica o poética: llevó esta percepción a su espacio de terapia, donde su psicóloga, María, le preguntó si había notado similitudes entre el gato y su papá. “Mi papá era muy curioso como León. Y esto de que me cuida y está atento. Además, sin decir mucho, estaba, como León que es bastante silencioso”, relató con convicción.
El momento sumó aún más mística cuando el conductor Robertito Funes Ugarte le compartió un dato que pareció confirmar su intuición: “En Egipto a los faraones los enterraban con los gatos porque reencarnaban en los gatos los faraones”. Franchín, visiblemente emocionada, no dudó en responder: “¡Ya está! ¡Viste!”.
Pía Shaw, impactada por la intensidad del relato, le pidió más detalles sobre el parecido entre su gato y su padre. Franchín, sin vacilar, enumeró: el carácter observador, la compañía constante y esa capacidad de estar presente sin invadir.
“Es como si lo tuviera en casa, todo el tiempo. Me sigue, me observa, me cuida. Como él”, aseguró. Para Analía, la idea no es simplemente una metáfora reconfortante, sino una verdadera creencia que la acompaña día a día.
El recuerdo de Ernesto vive en León, ese gato que entró por la puerta sin avisar, pero que se instaló para siempre en su corazón. Una historia que mezcla amor, espiritualidad y la certeza de que, a veces, las almas encuentran la forma de volver.