La advertencia que recibió Spagnuolo y la conmoción en el mundo judicial

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En boca abierta

La versión circula con celo en los dos principales despachos de la Casa Rosada: el del Presidente de la Nación y el de la secretaria General de Presidencia, que desde que lo ocupa Karina Elizabeth Milei, está pegado a la oficina del jefe de Estado, lugar que antes solían ocupar los jefes de Gabinete.

El dato es estremecedor para los hermanos Milei. Cuando aún no habían salido a la luz los audios del escándalo, Diego Spagnuolo recibió un llamado. «Fijate lo que se habla en las redes sobre vos». El abogado revisó de inmediato las conversaciones en «X» y miró Instagram y no vio nada. «No hay nada», le dijo a su misterioso interlocutor. Spagnuolo, demudado, no encontraba nada. Le habló al funcionario que lo advirtió: “Che, no hay nada mío, ¿de que se trata esto?”

Buscá en Google, vas a ver”, le dijo el otro libertario y no le habló más.

Diego Spagnuolo vivió allí 40 interminables minutos haciendo F5 hasta que aparecieron en Redes los audios con su voz: el abogado que desató la mayor crisis hasta el momento del gobierno de Javier Gerardo Milei supo que su suerte estaba echada. El asiduo concurrente a las noches domingueras de ópera que organiza el Presidente en Olivos, había hablado -y mucho- con diversos interlocutores, tanto del Gobierno como del mundo de los laboratorios y con diversos abogados. Por algún lado, su vocación lenguaraz le iba a generar este dolor de cabeza.

José Luis Espert y Diego Spagnuolo, en una reunión años atras.

La interna a todo motor

El origen de la llamada «operación» sigue siendo un enigma tanto para «el Jefe» Karina Milei como para los primos Lule y Martín Menem. Ellos están convencidos de que todo responde a la interna oficialista, en la que incluyen tanto al asesor presidencial Santiago Caputo como a la ex aliada Marcela Pagano, la periodista que se convirtió en diputada de la mano de Javier Milei y hoy, es considerada una «enemiga absoluta» por la Casa Rosada.

Los Menem creen que la razón de buscarlos como destinatarios del golpe final del audio-gate es porque se consideran los primeros en apostar por el proyecto presidencial del economista anarco capitalista. Y para eso, se remontan a una anécdota donde participaron peculiares personajes. En el año 2019, Carlos Saúl Menem lo invitó a comer a su casa a Milei, quien asiste acompañado de Diego Giacomini, un economista entonces inseparable pero con quien luego se distanció de forma salvaje. También estaban allí Martín Menem y Mariano Fernández.

Milei estaba exultante y alababa «la comida del desierto», en honor al origen sirio del anfitrión. Carlos Menem lo bendijo: “Vos tenés que ser Presidente, Javier”, le dijo fiel a su estilo de bendecir a quienes lo reivindicaban. El visitante se fue exultante y desde ese día. Martín Menem no se alejó de él y su primo Lule compartió un juego de pinzas sobre la hermana Karina, hecho que se mantiene inquebrantable hasta este momento, donde el culebrón de los audios sobre supuesta corrupción en la ANDIS sacudió a la administración libertaria.

Paradojas del destino, Diego Giacomini contó tiempo después, que en esa conversación con Carlos Menem se habló de Eduardo Duhalde y supuestas acusaciones sobre vínculos viscosos de José Luis Espert. El hoy diputado y primer candidato a diputado nacional le inició una querella por eso a Giacomini. Las malas lenguas dicen que Espert recurrió, entonces, a Diego Spagnuolo para que lo asesorara legalmente en ese asunto. Todo tiene que ver con todo…

Martín Menem y su primo Eduardo Lule Menem en Casa Rosada. Archivo Clarín

Todos contra todos

Por el contrario, en el elenco gubernamental que se referencia en Santiago Caputo esperaban que alguno de los involucrados pusiera su renuncia a disposición para descomprimir el conflicto. Los ojos allí apuntan a Lule Menem como quien debería pagar el costo. Por el lado de la familia riojana sostienen que esa sería una manera de dañarla a la propia Karina: el funcionario riojano reviste como su segundo en la Secretaría General de la Presidencia.

En los despachos oficiales califican de «vende humo» y «bocón» a Spagnuolo pero nadie se atreve a desafiar el hecho de las decenas de visitas del locuaz abogado tanto a la Residencia Presidencial de Olivos como a la Casa Rosada, siendo un funcionario de un rango de director nacional, no de ministro o de secretario de Estado.

Quien sí sumó votos en este trance político fue Guillermo Francos, quien tenía su actual silla de Jefe de Gabinete casi preparada para Manuel Adorni o para Martín Menem en la segunda parte del gobierno, que se dará desde diciembre cuando suceda el recambio parlamentario.

«Guillermo tuvo que salir a poner la cara cuando es un tema donde no tenía nada que ver», sostuvieron quienes trabajan con el ministro coordinador, el que recibió felicitaciones directas del Presidente de la Nación por la defensa que hizo del Gobierno en este caso. Balas que pican cerca…

Guillermo Francos y Martín Menem, en el Congreso

Copetines

Una cena que sucedió esta semana fue el centro de conversaciones y la mayoría de los presentes -representantes de casi todo el arco político- coincidieron en que el caso expuso todas las debilidades políticas del gobierno de los Milei: su falta de una lógica relación con la Justicia, los empresarios, los medios, los periodistas, los gobernadores y el resto de la política

En el salón central de La Rural, se celebraron los 55 años de la FURP, la Fundación Universitaria del Río de la Plata, que preside el abogado y político Francisco Quintana, actual secretario de Justicia de la Ciudad. En la cita hubo más de 360 personas donde las principales miradas iban hacia los asistentes libertarios: el presidente provisional del Senado, Bartolomé Abdala, hablaba con Nicolás Pagoz, el titular de la ABE. Pero las principales miradas estaban dirigidas a Darío Waserman y Pilar Ramírez: el director del Banco Nación y la legisladora porteña (y mano derecha de Karina Milei en la Ciudad de Buenos Aires) son marido y mujer y una dupla muy influyente hoy en el poder nacional.

Pero todo se alteró cuando ingresó -siempre fuertemente custodiado- el ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona: «No les quería fallar», dijo el miembro del Gabinete y se fue a los 15 minutos, después de estrechar en un abrazo a Quintana. Del caso Spagnuolo, ni una palabra.

Sin estar indiferentes al caso, los presentes del PRO elegían como plato principal entre la colita de cuadril braseada con papines andinos, chauchas salteadas en manteca de ajo y tomates cherry en fondo de cocción o el truchón atlántico del sur con puré de arvejas y ratatouille con aceite de oliva y microgreens.

Allí estuvieron representantes de las diferentes miradas sobre qué debía hacer el PRO respecto de una alianza con el PRO: María Eugenia Vidal y Cristian Ritondo junto a Gabriel Sánchez Zinny, Gabino Tapia, Álvaro González y Fulvio Pompeo.

No exentos de hablar de Spagnuolo pero centrados en las próximas elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, estuvieron el mandamás de Almirante Brown.

Mariano Cascallares, junto a Daniel Vilar -ministra de Axel Kicillof, miembro de la jefatura de La Cámpora y esposa de Federico Otermín- junto a Gastón Granados, el intendente de Ezeiza.

Quien escuchaba atentamente la conversación sobre cómo venía la elección en sus respectivos municipios estaba Maximiliano Abad, el senador por la provincia de Buenos Aires, siempre atento al devenir de la interna radical, así como a la conversación con Juan Carlos Maqueda, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia, y con Juan Mahiques, el fiscal general de la Ciudad. Buen provecho…

Fiesta de la FURP, con Francisco Quintana y Cristian Ritondo

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